Normalmente cuando un paciente va al dentista es porque tiene algo en los dientes. Eso te lo dicen pronto. Al hacer la historia clínica puede ser que salgan otras cosas como que llevan marcapasos, que tienen diabetes (los pocos pacientes que saben que la tienen) o si son alérgicos a algún medicamento. Las cosas «importantes». Pero pequeños detalles como dolores de espalda, dolores de cabeza, que roncan o que tienen vértigos o mareos son «molestias» tan constantes en sus vidas que no merecen ni una miradita. Los neurólogos/traumatólogos/otorrinos/fisioterapeutas les han dicho poco más o menos que ajo, agua y resina, y llevan años tomando medicación, de forma crónica, que además aumenta otras molestias por los efectos secundarios debido a su uso crónico.

No saben la causa, y por tanto tratan solo la consecuencia. No saben que la boca es la puerta de entrada de muchas de estas enfermedades.

Y los dentistas muchas veces no saben de nada que se extienda más allá de las fronteras de los labios.

Por eso este título que parece más bien de un capítulo de CSI.

¿Y de qué manera es la boca la responsable, en MUCHISIMAS OCASIONES, de vértigos, cefaleas, migrañas, síndrome de boca ardiente, mareos, etc?

Voy a ver si lo puedo explicar y que se entienda:

La mandíbula es un hueso que se encuentra en una relación muy delicada con el resto de la cabeza. Se sujeta a ella por medio de músculos y el objetivo principal es masticar. Para masticar hacen falta muelas y que encajen bien las de arriba con las de abajo. Si el encaje no es bueno (y eso lo tiene que evaluar un dentista) la mandíbula se cerrará como buenamente pueda para conseguir moler los alimentos. Eso quiere decir que puede que los músculos de un lado tiren más que los del otro, repercutiendo en primera instancia en la ATM (articulación temporomandibular).

La ATM es una articulación muy compleja y actúa en los dos lados a la vez pero no de la misma manera. Cuando masticamos no sólo abrimos y cerramos sino que movemos para los lados siend así que la articulación izquierda se mueve diferente, pero muy diferente, de la derecha. En condiciones de mala oclusión todo eso se altera y las articulaciones van como pueden, los músculos igual y todo el sistema neuromuscular está alterado. El nervio que lleva el funcionamiento de estos músculos es el trigémino, que es el director de orquesta del resto de nervios craneales, y si el maestro da mal las órdenes, todo suena mal, dando lugar a vértigos, ruidos en el oído, alteraciones en las sensaciones de la lengua, en la faringe, incluso con la aparición de reflujo gastroesofágico… por no hablar de que estas alteraciones musculares directamente inciden en la posición de la columna y dolores persistentes de cabeza, cuello, espalda, migrañas, etc. Por tanto EL DENTISTA TIENE UN PAPEL PRIMORDIAL EN EL DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO de todos estos problemas. Los dentistas no sólo arreglamos dientes. Ni mucho menos.

Y lo malo es que los médicos no estudian nada de oclusión, nada de las funciones que desarrolla la boca ni nada de qué sucede EN TODO EL ORGANISMO cuando eso no funciona bien: cuando respiramos por la boca, o cuando interponemos la lengua entre los dientes al tragar, es como si fuéramos con un Ferrari por mitad del bosque: te cargas el Ferrari y te cargas el bosque. No es posible tener un organismo entero sano si las funciones primordiales para la subsistencia, la respiración y la alimentación, no se dan de forma adecuada.

Las personas no somos simples piezas de cosas que conectamos entre sí para que funcionen. No podemos, ni los dentistas ni los médicos, prescindir de los conocimientos del otro. Si no sabemos de algo lo mínimo que debemos hacer es reconocer nuestra ignorancia y derivar a un profesional competente.